jueves, 5 de noviembre de 2009

atrapando mariposas

Todo responde a un orden, incluso el caos lo es en relación a su orden, ilógico, ausente - ésto si realmente existe un caos y no simplemente incomprensión.- Alivia pensar que nada es tan ininteligible, si prestamos atención a su estructura, como alivia pensar que nada es para siempre.
De éste modo, el lenguaje se forma por elementos de distinta magnitud, cuyo mínimo exponente son las letras (o fonemas), veintiséis piezas en el alfabeto español. Con éste mínimo puñado de conocimiento somos capaces de elaborar discursos, expresar ideas... ¿Y si la experiencia también estuviera compuesta por mínimos elementos, a penas veintiséis? Veintiséis lecciones que uno aprende en la vida, si está atento. Veintiséis claves que van poco a poco formando un alfabeto, un todo que, combinado entre sí, conforma y resulta experiencias mayores, hechos concretos, situaciones, relaciones o reacciones.
Yo vivo buscando lo que he decidido llamar mis letras de la empírica escondidas en los detalles comunes que voy observando en cada momento. Porque nada hay tan complejo, nada surje de la nada. Vivimos y nos relacionamos con semejantes, aprendemos y aprehendemos los unos de los otros, nos vamos pasando las claves sin saberlo, como polinizando de enseñanzas al prójimo.
Así, podremos llegar a entender que pocas veces nos encontramos con situaciones desconocidas o nuevas, sino que a las ya vividas, se han sumado una, dos o más letras que aún no habíamos atrapado. Y no pasa nada, preparamos la red y la lanzamos, habremos sufrido, tal vez, pero ganamos tanto...
Otras veces nos enfrentaremos a alguna jerigonza; reconoceremos letras que ya poseemos pero no entenderemos el lenguaje, porque dentro de la experiencia también hay idiomas, palabras desconocidas, y será difícil, puesto que nuestro orden materno no servirá de nada. Habremos de asimilar el nuevo orden, la nueva lengua.
Así me he encontrado yo en los últimos tiempos, extranjera en mi propia vida, totalmente "pez" en un agua que no era la mía, pero he entendido el mecanismo, ¡tengo nuevas piezas muy valiosas en mi mariposario! me siento políglota y aunque nada se ha solucionado, ahora al menos puedo hablar, sé cómo vivirlo.