jueves, 11 de agosto de 2011

los monos se enamoran de las mujeres

Los monos se enamoran de las mujeres, dice mi madre, y mi padre confirma con un gesto de cabeza. Les pedí que le contaran ellos la historia del chimpancé que atacó a la trapecista, porque cuando cuento yo éstas cosas, parece que me las invento.
Cierto es que con los años y habiéndolas escuchado de niña, hay detalles que varían. En éste caso, yo recordaba a una bailarina, por ejemplo. Pero en esencia, la historia es la misma y lo más importante, es real.

A saber... Chimpancé conoce a trapecista, se enamora, trapecista no siente lo mismo por el chimpancé, y éste decide esconderse debajo del escenario durante la actuación de ella, esperar a que termine, arrastrarla con él a traición agarrándola por una pierna mientras baja por la escalerita, y asestarle una tremenda dentellada en el pié, como venganza por su desprecio.

Resultaba imposible separar a aquel mono de la chica. El domador, inmóvil, intenta excusarlo, es un animal, actúa por instinto (también es su fuente de ingresos). Ella no entendía nada, supongo, y supongo que el chimpancé lo entendía todo. Como en la vida, cuando a uno le rompen el corazón, es de justicia romper algo al culpable, algo igualmente valioso, como es el pié de una trapecista. Ella no pudo volver a trabajar nunca más, no sobre un trapecio al menos, y el mono... ya sabes, es un animal, imprevisible, hay que entenderlo.

Si nos examinamos la piel, encontraremos más de una marca de dientes, ésta me la dejó el primer beso, la primera vez, aquella ¿la ves? pues es del último chico que me hizo creer en vano. Y si cojeo de un pié, bueno... algunos lo llaman "el amor de mi vida". Desde entonces ya no hago piruetas, ni me atrevo con el más difícil todavía.