lunes, 31 de mayo de 2010

inercia

Que ya no pende de mi mano lo que antes sostuve,
Ya lo sé, me he dado cuenta.
Pero, disculpa si hoy toco tu hombro de vuelta,
Es sólo inercia de lo que tuve.

lunes, 17 de mayo de 2010

como perros

En el parque para perros de Suchil hay una hembra de Alaskan Malamute blanca, totalmente blanca, y vieja, tiene 16 años ya. Me quedo mirándola porque es realmente guapa; su dueña, orgullosa, viene y se sienta a mi lado. "Está ya muy mayor, pero la cara la sigue teniendo preciosa, esque el que tuvo..." La miro, y la sonrío. No me gustan mucho las comidillas del parque de los perros, ni las charlas en torno a perros, rodeada de perros, procurando no perder de vista a mi perro. "Pues ha hecho películas y todo. ¡Trabajó con Concha Velasco! mi hija te lo puede contar". No hace falta ninguna hija, sé que me lo va a contar ella en 3, 2, 1... "Iban a buscarla a casa en coche, toda estirada que viajaba la tía. A las maquilladoras las tenía enamoradas ¡qué pelo! me decían. ¿Te acuerdas del perro del anuncio de la Caja de Ahorros? sí, mujer, hará diez años lo más. Era ella". Ella parece tranquila, está tumbada en el suelo a la sombra, más cómoda, seguro, que en el asiento trasero de cualquier coche. A mí las historias de cámaras y acción no me sorprenden especialmente.

Poco a poco al parque van llegando otros perros. Pato les saluda a todos, es muy sociable y alegre. A veces me sorprendo sintiendo algo muy parecido al orgullo materno cada vez que alguien le halaga, o le llama valiente. Se lleva especialmente bien con los Bulldogs, es curioso. Y ahí que llega uno, viejo amigo ya de mi pequeño socio, y se empiezan a perseguir con camaradería. En una de sus carreras, sin querer, el Bulldog cae sobre el lomo de la vieja Alaskan Malamute, que se levanta indignada y se lanza sobre él con todo su mal genio. A duras penas pueden la dueña y su hija contenerla.
"Esa perra siempre da problemas" me dice la dueña de una Pastora Alemana que está sentada a mi lado. "Ella tiene que controlarlo todo, es increíble. ¿Te han contado que hizo una película con Concha Velasco? La tratan como si fuera menos perro que los demás".

En seguida recuerdo una historia que siempre cuentan mi madre y mi abuela. Ellas tenían siete perros en su casa y en una ocasión, mi abuelo llevó a uno a Roma, para rodar con él una película. Durante un mes el perro vivía en el hotel, comía en los restaurantes, y le trataban, en fin, de forma especial. Así fue que cuando volvió a casa con sus compañeros se negó a mezclarse otra vez con ellos. Cogió sitio sobre una mesa de piedra y de ahí no le bajaba nadie. Le costaron caros los humos, ya que en un despiste, cabreada y confusa, la perra grande lo mató. Ley de la Selva.

Últimamente he tenido conversaciones sobre la manera en la que influye en las personas vivir una gira larga, formar parte de una banda importante, ser célebre, etc. Yo, desde mi lugar de testigo privilegiado de todo eso, trataba de explicar que se pierde cierta normalidad, al regreso cuesta adaptarse, de pronto nada está a tu gusto del todo, ni siquiera tu pareja, ni siquiera tus amigos... trataba de contar que yo misma sentí muchas veces como me desdibujaba ante la mirada de quienes debían quererme, vencida por una competencia desleal: las luces, los halagos, el deseo. Creo que no supe expresarme, ni siquiera ahora con el tiempo y la revisión del discurso que permite el lenguaje escrito consigo precisar lo que pienso.

Como una parábola, la historia de éstos dos perros ilustra lo que opino. Me levanto del banco, voy a buscar a Pato, abatido y triste por su amigo, le doy a la gran estrella del cine una palmada en el lomo que le recuerde un poco quién es y salgo del parque pensando que todos deberíamos recordar más a menudo que somos como perros, ni más ni menos.

sábado, 15 de mayo de 2010

He pasado despistada lo últimos días que recuerdo con cierta continuidad cronológica, y en mi desorientación total he perdido anotaciones y señales que marqué en algún lugar para no olvidar... ciertas obligaciones.

He doblado esquinas insignificantes, como el quicio de la puerta o he hecho giros mínimos, como darme la vuelta en la bañera para coger el champú, y en todas éstas maniobras he confundido el camino de vuelta, terminando en el dormitorio de un matrimonio anonadado, o bañándome en la pila de mi vecina Chelo, entre los platos sucios de la noche anterior.

Ahora no tengo claro mi plan inicial, sé que en el último momento me vinieron a buscar, pero no me cuadra la reacción vecinal cuando me vieron llegar, escoltada por los responsables de la seguridad. ¿Será que no me perdí por accidente? ¿Será que no debí acompañar a los agentes?

Sólo puedo afirmar sin titubear que mi cocina, cuando me fui, no era de gas.

viernes, 7 de mayo de 2010

what can you say about me?

Diez metros antes de llegar a la altura del establecimiento ya olía apetecible ¿qué sitio es éste? me asomo a la vidriera y ¡zas! una cara conocida. El olor ya no es tan importante. Entro para saludar, ella está con dos amigas "Nice to meet you!" (oh no, me va a tocar hablar inglés aquí. Bueno... ¡bien!) "Hi, how are you? what are you doing here?" Yo vivo aquí, a la vuelta ¡perdón! "I live just around the corner". Revuelo, alboroto ¡qué buena zona para vivir! ¡qué afortunada! y... sí, es verdad.
Me invitan a sentarme con ellas, y me ofrecen una copa de vino blanco. "Who are you!?" Las dos amigas, achispadas, quieren saber quien soy y de que nos conocemos Angeline y yo, nos separan unos 40 años de edad. Yo creo que conozco a Angeline de toda la vida. Ella me aclara que desde el año 86, lo recuerda mejor que yo, lógicamente. A la pregunta de quién soy yo, Angeline responde "Oh, María!... what can I say about she?..." con tono grandilocuente. Me quedo esperando a que sepa qué puede decir, tres copas me bebí esperando, pero no me definió.
Hay gente difícil de definir. El primer día que fui a terapia la psicóloga me pidió que adjudicara tres adjetivos a cada miembro de mi familia. A mi padre no supe ponerle ni uno que no fuera pura descripción física, al final resolví definirlo como indefinible, puesto que no consideró que argentino fuera válido (yo creo que sí). No tengo claro que quiera formar parte del saco de los indefinibles.
En terapia sólo aguanté ocho sesiones, con Angeline y las chicas tres vinos largos. Ni la una ni las otras me dieron la respuesta que esperaba, y sigo esperando. Pero lo que me da más rabia es que ellas plantearon las preguntas. Yo jamás hubiera querido saber quién soy si ellas no me lo hubieran propuesto. Angeline, por favor ¡responde! aún puedo esperar.

martes, 4 de mayo de 2010

viento

Hoy sopla un viento que revolea las ideas. Los cruces de calles hay que afrontarlos con cautela porque, a la mínima, te viene un envión y lo que venías pensando se escapa dos calles más abajo, y no hay manera de recuperarlo. Un viento frío, además. Es fácil caer en la desconfianza generalizada cuando te sorprenden días como éste; empiezas a sospechar de todo, hasta de tu sombra, porque por algún motivo esa no se vuela. Desconfías de la gente, un poco con razón, porque los pensamientos de aquellos, en su extravío, de pronto se cruzan brevemente por tu cabeza, lo justo para saber que no son lo que parecían.
Hay que ser valiente para salir a pasear en ésta situación, tener las cosas claras, un destino concreto, o la cabeza vacía... puedes volver a casa convertido en un existencilalista, o despeinado, que es peor. Se te puede colar cualquier partícula en un ojo ¡incluso en los dos!.
No sé, no sé. A mí me da miedo.