domingo, 18 de octubre de 2009

Tres tristes tigres, se calculan

Vivo a unos pocos palmos sobre el nivel del suelo. En una plaza tranquila, que no deja de ser por ello una plaza.
A partir de cierta hora, los sonidos de la ciudad, como sabemos, se acallan. Entonces, a ésta habitación a la altura de los ojos, llegan las voces y se quedan, porque como sabemos, las orejas están, más o menos, a la altura de los ojos.

- Para una consulta (...) no, bueno, si (...) Patricia (...) desde Madrid.

Yo ya estaba casi dormida, y Patricia, desde Madrid, se quedó sin querer para hacerme una consulta.

- Soy Leo

Ésta afirmación se me antojó curiosa, "Soy Leo", Leo, luego soy. Soy Patricia y Leo. Quise asomarme y preguntar "Patricia, ¿qué lees?", para luego cerrar corriendo la ventana y reírme de la tontería.

- Quiero preguntar algo sobre el amor (...) no, yo sóla.

Y conté mi primer tigre triste. Que además es Leo, que está sóla, y llama a un 806 para que alguien le diga qué coño pasa con el amor.
Recordé entonces a una mujer con la que me crucé no hace mucho, iba cargada con las bolsas de la compra por las calles de Carabanchel hablando por el móvil, afirmaba grandes conclusiones sobre una vida que no concluye, y me pareció sin duda que aquella mujer se dedicaba profesionalmente a éste tipo de charlas.
De no ser por la pereza que me daba vestirme, hubiera salido en ese momento a decirle a Patricia "Cuelga, sé con quien hablas, no te creas nada".

Sé quién es, la ví, es otro tigre triste, que atiende el teléfono a las tres de la madrugada, que sigue una pauta, que pregunta para olvidar tu respuesta, que conoce tantas vidas que la suya le parece un chiste.
Que jamás llamará a un 806 por miedo a encontrarse a sí misma al otro lado de la línea y verse obligada a decirse la verdad.

Y tigre triste yo, que son las tres y no me duermo, que escucho a Patricia y me da igual, pero sigo escuchando, de hecho me he sentado en el suelo al filo de la ventana y espero (ójala) que repita en voz alta algo de lo que le cuentan al otro lado, por si acaso me sirviera, ¡aunque no creo nada de eso!... pero ¿quién sabe?

1 comentario:

Caamy dijo...

Muy bueno, Mary. Muy bueno.